martes, 28 de agosto de 2012

El río marrón a su paso por la Villa Urquiza, Entre Ríos, Argentina

Vimos fotos de la capilla, el museo, los famosos cementerios, huellas y detalles, pero todavía no hay referencia a lo sustancial, al hecho que importa, al río marrón que bendice las costas de esta pequeña villa.
La tarde me encuentra recorriendo el histórico muelle emplazado sobre la playa que nos recuerda el esplendoroso pasado de la primera colonia militar del país. Hay un camino costero que nos invita a sumergirnos en el esplendor del río y su costa y hay una barranca que nos ofrece miradores naturales para disfrutar del máximo espectáculo que nos otorga la madre naturaleza en el día de hoy, la caída del sol tras el Paraná Grande. Busco un lugarcito, encuentro el lugarcito, peleo con una batería que se niega a seguir entregando energía, comparto la escena con un personaje surguido de la guerra de la triple alianza que se empecina en contarme sus hazañas con las lombrices, primero tiendo a fastidiarme, pero termino dándole las gracias porque los dos pudimos entender que significa una puesta de sol. Vuelvo al hotel, me despierto ante una pedrada furiosa, me preocupo por los que están fuera, me relajo con una lluvia ajena, me vuelvo a preocupar ahora por pensar en una forma un tanto egoísta.
La mañana siguiente nace gris, muy gris, me digo los grises son muy expresivos, y vuelvo al muelle y al monumento al estibador, personaje poco reconocido en nuestra historia, cuando vamos a reconocer los méritos de los anónimos pienso, nunca, me respondo.
Desayuno y partida hacia Paraná, desando el camino entre lomadas verdes, paso por la entrada del autódromo, por el predio en donde la noche anterior se llevó a cabo la famosa fiesta de disfraces, el día propone pelea, lluvia, cielo de plomo, habrá que oponerle recursos y buena cara.

lunes, 27 de agosto de 2012

Los camposantos de Villa Urquiza, Entre Ríos, Argentina

Existe una tradición de enterrar a los muertos según su religión de ahí la existencia de los cuatro cementerios.
Aquí se retratan tres, quedó afuera el de las Hermanas Belgas, entonces la primera corresponde al católico nuevo y su hermosa puerta de hierro forjado, la segunda al camino de barro firme que conduce al católico viejo, tomas 3 a 8 y para finalizar el apartado del mundo camposanto protestante con sus cruces invadidas de óxido del tiempo, sus expresivas sombras, su ingreso y esa sensación de que ya nada queda allí.
La experiencia resulta muy movilizante por las amplitudes de los espacios, la falta de límites y la posibilidad de reflexionar sobre como reacciona cada cultura ante la inevitable muerte.
Las primeras horas de la tarde me devuelven a la villa y al pequeño hotel, un reparador descanso para aclarar ideas y a enfrentar la búsqueda de un buen sitio para ver al sol caer tras el Paraná Grande

domingo, 26 de agosto de 2012

Otro rinconcito de luz, Villa Urquiza, Entre Ríos, Argentina

Aprovechando la excelente iniciativa gubernamental sobre los feriados largos salí en busca de un sitio que descubrí gracias a una foto de su cementerio, claro que la Villa es más que eso, es un apacible lugar con cabañas, playas, buena posibilidad de pesca y navegación, casas que se le atreven al bicentenario, barrancas, un entorno de campo muy verde y sinuoso, un muelle histórico y por supuesto los cuatro cementerios. Las primeras tomas pertenecen a la Parroquia de la Inmaculada Concepción, un bonito edificio custodiado por una importante arboleda, luego el Museo Regional ubicado en la casa de los Aceñolaza, propiedad que data del 1860 y que alberga datos, restos, que se erigen en memoria colectiva, y para el final un viejo surtidor que terminó sus días decorando el parque de una propiedad, anécdotas de pueblo, de esas que a uno tanto lo conmueven.
El día que se presentaba magníficamente despejado me encaminaría hacia tres de los cuatro camposantos, entre chacras, tambos, sembradíos, caballos, cientos de pájaros y barro, mucho barro, producto de lluvia, mucha lluvia, caída en los días previos, pero bueno, es lo que hay, 4x4 no tengo, volar no sé, enchastrarme hasta la pantorrilla sí.