Hace una semana exacta, caminaba por esos luminosos senderos, en medio de una sinfonía en celeste mayor para pato sirirí, martín pescador y loros gigantes, respirando ese frescor húmedo entre curupíes, timbós, pajonales y camalotes. El recorrido de 1 km se puede hacer en veinte minutos, o en seiscientas horas si lográs sintonía con la paz extrema que te genera un sitio con éstas características.
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