Quince, trece, diecisiete, por esos segundos me sentí Fitzcarraldo intentando llevar su barco por entre las montañas amazónicas. Desde donde uno quiera fotografiarlo el barco luce siempre dispuesto a dar su mejor perfil, el resto dos miligramos de elemental edición y una enorme fantasía sobre épicas alocadas.
Excelente!
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