Como si fuera un yacaré del Bañado de la Estrella, pero en vez de cabeza al sol, proa al sol, por lo menos es lo que dicen los paisanos del lugar, que en días cálidos de invierno emerge de las turbias aguas para calentarse bajo esos rayos dorados que resaltan su piel gastada, para luego volver a los fondos a seguir el largo descanso que se merece después de toda una vida de duro batallar.
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