Atravesando la pujante Valle María, previo desvío hacia la izquierda por un polvoriento y maltrecho camino aparece un camposanto con grandes esculturas funerarias perfectamente inclinadas, probablemente por un mal asentamiento del suelo blando, el hecho es que se tornan un tanto fantasmales potenciadas por unas amenazantes nubes negras y un viento que silbaba cuán film del oeste.
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